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De Washington a la península

Por: J. Jesús Esquivel

Washington – Emma Coronel está en libertad. La última esposa de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera salió de la cárcel para ingresar al programa de testigos protegidos del gobierno de Estados Unidos.

Ironías de la vida en el narcotráfico mexicano e internacional; muchos de los personajes involucrados en el crimen organizado se vuelven traicioneros para salvar su pellejo.

En el caso de Emma, ella en el ocaso del fin del juicio contra “El Señor” como llamaba a su marido y cuando se dio cuenta de que se hundía el barco, inició el contacto con agentes de la DEA para “hablar”.

Sabía que su marido no tendría escapatoria y que ella en algún momento luego de ser expuesta como cómplice de “Los Chapitos” para la planeación y estrategia de fuga del Chapo del penal del Altiplano, en algún momento sería encausada judicialmente por Estados Unidos o por el gobierno mexicano. Emma se curó en salud y decidió cantar.

El acuerdo de confidencialidad de Emma con el Departamento de Justicia implica tácitamente el silencio. Es decir; jamás admitir que es informante de la DEA.

Su abogado Jeffrey Lichtman (quien también defendió a su marido en el juicio en Brooklyn) niega rotundamente que su cliente sea soplona.

El Departamento de Justicia no dice ni pio; la ley se lo prohíbe.

La acusación en contra de la última esposa del Chapo y madre de sus gemelitas, fue conspiración internacional para traficar drogas a Estados Unidos y lavar dinero procedente de la venta los narcóticos.

Una acusación de esta envergadura constituye para cualquier narco normal una condena de cadena perpetua como castigo máximo, o de 20 años de prisión como mínimo. Pregúntenle al Chapo o a Genaro García Luna si es que tienen alguna duda al respecto.

Con Emma la hipocresía del sistema judicial de Estados Unidos quedó nuevamente expuesta. A ella la enviaron a una cárcel especial un poco más de dos años y ahora, libre, tendrá que estar bajo supervisión de sus confesores durante 4 años para luego desaparecer. Emma recibirá otra identidad y la DEA como parte del programa de testigos protegidos la mandará vivir en alguna población perdida del territorio estadunidense.

A un pueblo o ciudad en donde pase desapercibida la esposa del Chapo.

Tanta benevolencia de la justicia de Estados Unidos para alguien acusada de conspirar con el Cártel de Sinaloa tiene precio.

Como tantos otros soplones o testigos protegidos provenientes de la cúspide de mando del Cártel de Sinaloa, Emma tendrá que cantar.

Jesús Vicente Zambada Niebla, “El Vicentillo”, “El Príncipe”, el primogénito de Ismael “El Mayo” Zambada García, capo de capos del Cártel de Sinaloa, es testigo protegido de la DEA. Con sus declaraciones El Vicentillo contribuyó a engordar los encausamientos judiciales y procesos (juicios) contra sus ex socios y compadres. En el juicio contra El Chapo El Vicentillo se sentó a testificar directamente contra su “compadre” y tras bambalinas lo hizo contra los hermanos Beltrán Leyva, los Carillo Fuentes, García Luna y Edgar Valdez Villarreal “La Barbie”, solamente por mencionar algunos casos relevantes.

¿A quiénes podría traicionar o ya traicionó Emma Coronel?

Fácil; a Iván Archivaldo y a Jesús Alfredo Guzmán Salazar, a Joaquín, Edgar y Ovidio Guzmán López, sí, los hijos del Chapo y jefes de la pirámide de mando de la fracción del Cártel de Sinaloa conocida como “Los Chapitos”, últimamente tan mencionada por la DEA.

Coronel no era un eje de mando en el Cártel, era la confidente del Chapo y por el amor que el capo profesaba por su esposa y sus hijas gemelas le contó secretos porque ciegamente confiaba en ella.

Esto no es una presunción. En el juicio en la Corte Federal del Distrito Este con pruebas escritas y testimonios se corroboró que desde el penal del Altiplano la voz del Chapo viajaba desde Almoloya de Juárez hasta la guarida de Los Chapitos y del Mayo a través de Emma.

Algo sabe y sabía la madre de las gemelitas del Chapo Guzmán sobre las operaciones del Cártel de Sinaloa y sus diferentes mandos de las fracciones que lo integran e integraron. Si en algo se parecen los narcotraficantes con los agentes de la DEA y las leyes de Estados Unidos, es en que traicionan hasta a su madre. Otro aspecto a favor de Emma; es ciudadana estadunidense y por ello no tiene que poner un pie en México; en donde entre soplones y traicioneros la vida no vale nada.

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