DZEMUL: ORO VERDE EN RUINA

Campesinos que se dedicaron por muchos años al cultivo del henequén tuvieron que cambiar de actividad para sobrevivir, ante la llegada de las fibras sintéticas.

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Redacción/Sol Yucatán.

Desde que el henequén dejó de ser el “oro verde” para el Estado de Yucatán, por el desarrollo de las fibras sintéticas, los agricultores que se dedicaban al cultivo de este agave tuvieron que buscar otras opciones para seguir dedicándose al campo.

Unos se dedicaron a la milpa como base ancestral de su alimentación, además de cultivar cítricos o frutos como la papaya, además de hortalizas. Otros intentaron la crianza de animales, como cerdos o gallinas, mientras que otros, los más jóvenes emigraron para dedicarse a oficios como la albañilería. En el municipio de Dzemul, la historia no fue distinta.

En la actualidad, cada vez son menos las personas interesadas en este cultivo, por lo que la producción se ha ido a pique. Los agricultores, al no tener ingresos, fueron orillados a conseguir otro empleo para que puedan cubrir con los gastos de sus hogares. De esta manera, muchos emigraron del municipio en busca de mejores oportunidades, como sucedió en la mayoría de las localidades del centro de Yucatán.

Muchas de estas tierras abandonadas por los campesinos están repletas de plantas de henequén de diferentes tamaños, sin embargo, estás no tienen el cuidado necesario y no tienen la limpieza necesaria, que hacía resaltar desde la distancia, un buen sembradío de Henequén por su gran tamaño y la cantidad de producto.

Por lo regular, estas plantas tardan aproximadamente 5 años para que crezcan y se desarrollen. Gran parte de la comunidad de los campesinos que dedicaban a la siembra del henequén fue desapareciendo debido a las quemas de algunos ejidos que se salían de control y llegaban a los sembradíos de otros productores, por lo que tenían pérdidas significativas.

La falta de apoyo por parte del Gobierno del Estado hizo que muchos campesinos desistieran de seguir sembrando la planta del henequén, ya que el realizar está actividad, requiere de una fuerte inversión por parte de los hombres del campo, por lo que muchos aprovechaban dicho apoyo para poder realizar la primera inversión de su sembrado. Al retirarles el programa, muchos dejaron de lado su ejido, al no ser redituable para ellos.

Durante varios años José Chan Kú trabajo como empleado para el rancho San Eduardo, dónde cada día tenía una tarea diferente y recibía un sueldo proporcional a las actividades que realizaba. Gran parte de su vida la dedico al cultivo del henequén. Esta fibra tuvo mucha demanda para hacer los cabos que se usaban para amarrar los barcos pesqueros y de transporte de mercancías, así como para las anclas. Con la llegada de las fibras sintéticas su demanda disminuyó.

El precio actual de sosquil se maneja en un aproximado de 20 pesos el kilo. En una hectárea de trabajo se pueden producir entre 26 y 28 kilos de este producto. En la actualidad, el producto aún existe, el problema es que no hay nadie que le compré el producto a los campesinos, por tal motivo, muchos desistieron y se fueron a los puertos pesqueros cercanos para dedicarse a la pesca.

Uno de los afectados fue José Chan, ya que tuvo la mala fortuna de ser de los campesinos afectados por la quema y el mal pago del henequén. Relata que tenía que pasar 20 días en el alijo durante la temporada de pulpo. Durante este tiempo se tenían que alejar 90 brasas mar adentro para poder obtener una buena pesca. La mayoría se quedaban cerca de la costa para no ser arrastrados por el mar.

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