Nacionales

EL AVISPÓN VERDE: LOS HOMICIDAS NO FUERON CASTIGADOS

*La Comisión de los Derechos Humanos no insistió en el castigo a los criminales con placa y los nuevos detectives de la Policía Federal arrestaron hace diez años a Paco, sin hacerle daño como se temía

Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo

(Séptima y última parte)

El Procurador Ignacio Morales Lechuga, quien posteriormente se desharía del funcionario Abraham Antonio Polo Uscanga, “recomendándolo” como Magistrado, no sólo no promovió acciones penales contra los agentes homicidas, sino que los protegió “comisionándolos” en diferentes lugares del país.

Uno de ellos, Roberto Alejandro Velázquez Quiroz fue de los principales agresores, amparado en la suerte que tuvo de no fallecer acribillado a balazos en otro operativo. Es decir, morir no le importaba y “le entraba a todo”.

Precisamente Velázquez Quiroz torturó al “Avispón Verde” y disparó entre otros contra los hermanos Quijano.

Y fue ese agente a quien el “Avispón Verde” siempre señaló como torturador y asesino, pero confundiéndolo con Fernando Ventura Moussong, hijo del conocido comandante Florentino Ventura, quien llegó a ser jefe de Interpol-México.

Es decir, incansablemente el “Avispón Verde” se dedicó a desquitarse oralmente de “Florentino Ventura y su hijo”, aprovechando las confidencias que como agente judicial aprendiera a utilizar.

Los malquerientes de los Ventura le pasaban datos negros al “Avispón” y éste, sin corroborarlos y ciego de resentimiento contra los presuntos infractores de la ley, los daba a conocer a los medios de  información.

Así comenzó a denunciar a los Ventura y recibió muchas amenazas por “soplón”, pero jamás puso atención, pues se acostumbró a las luces y cámaras de televisión, así como fotografías y entrevistas por todos los medios de comunicación, a quienes decía una y otra vez la forma en que fueron sacrificados sus hijos por “Fernando Ventura y sus hombres del grupo Tiburón”.

Inesperadamente, sus amigos de Gobernación le llamaron una noche al café La Habana, para asegurarle que se había equivocado: el torturador y asesino era Roberto Alejandro Velázquez Quiroz, un agente que acostumbraba quitarse la camisa para mostrar grandes cicatrices, consecuencia de graves lesiones que recibió durante una balacera anterior a la de Ojo de Agua.

Era demasiado tarde para “El Avispón Verde”. Los homicidas de Ojo de Agua jamás fueron castigados. Francisco Quijano García fue plagiado y su cadáver, momificado y cubierto de cal, fue encontrado en una cisterna seca de San Juan de Aragón, al noreste de la ciudad de México.

La Comisión de los Derechos Humanos no insistió en el castigo a los criminales con placa y los nuevos detectives de la Policía Federal arrestaron hace diez años a Paco, sin hacerle daño como se temía. Simplemente lo llevaron con todo sigilo al penal de “alta seguridad” de Almoloya de Juárez, ahora La Palma, salvo error u omisión.

Su hermano Sergio Maximino está en la cárcel de Querétaro y como Paco, es víctima de la atroz venganza de la Procuraduría General de la República. Sergio Maximino nada tuvo que ver con las acusaciones contra sus hermanos y se dice que Paco es vejado en el Altiplano.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos tiene hoy una gran oportunidad de recuperar el prestigio que tuvo en su inicio, cuando el pueblo creyó efectivamente que había nacido para impedir la perpetración de abusos por parte de funcionarios públicos o del Estado.

La CNDH surgió precisamente a raíz de la masacre de los Quijano y hoy, se afirma que su presupuesto, es “sin duda, mayor que el de las demás oficinas de Ombudsman de América Latina y uno de los más grandes del mundo, pero no ha ejercido plenamente su amplio mandato, una y otra vez la CNDH no impulsa a las instituciones del Estado a reparar los abusos que ha documentado, no promueve las reformas necesarias para prevenir abusos futuros, no se opone a leyes, políticas y prácticas abusivas y contrarias a estándares internacionales de derechos humanos, no entrega ni difunde información que posee sobre casos de derechos humanos”.

Francisco Flavio Quijano Santoyo y su hermano Sergio Maximino siguen esperando la continuación de la defensa que la CNDH realizo a partir de 1990, cuando Paco frustró a sangre y fuego una extorsión, que la PGR le cobró con el exterminio de su familia.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba