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EL CHAPO: ACABÓ EN UNA PRISIÓN DE EU

*La historia oscura de Joaquín Guzmán Loera «El Chapo». Durante un año, seis meses y nueve días luchó para no ser extraditado. EU hará lo que no hizo México: quitarle miles de millones de dólares y condenarlo

Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo

(Segunda de cuatro partes)

Ciudad de México.- Sol Quintana Roo reproduce, en esta entrega informativa, la reseña hecha antes del “Juicio del Siglo”, para que el lector se norme su criterio, respecto a la situación real en el narcotráfico: ¿Sólo un peón más o el capo mexicano más poderoso que ha existido?   

Por más de año y medio, Joaquín Archibaldo Guzmán Loera, “El Chapo” y su cuerpo de abogados, lucharon denodadamente para evitar que fuera extraditado a los Estados Unidos; las dos fugas anteriores de penales mexicanos de máxima seguridad fueron precisamente para evitar que fuera enviado al vecino país, aunque finalmente fue entregado al gobierno norteamericano y difícilmente regresará a nuestro país, donde tendría que enfrentar 10 procesos que le significarían no menos de 30 años de cárcel. 

La madrugada del jueves 19 de enero de 2001, Guzmán Loera, dormía envuelto en una cobija, vigilado celosamente por un guardia permanente y un perro las 24 horas del día, en una de las celdas del Centro Federal de Readaptación Social Número Nueve, de Ciudad Juárez, Chihuahua. 

El despertar fue brusco: ¡Ya te vas! Fue el lacónico mensaje. 

Joaquín se levantó rápidamente. Se plantó frente a la cámara que lo grababa día y noche, a manera de ser, y enseguida preguntó: 

“¡Qué! ¿A dónde me llevan? ¿Voy al Altiplano? Refiriéndose al penal de alta seguridad del Estado de México, de donde se fugó la última vez. 

No hubo respuesta, sólo lo llevaron a comer algo y después comenzó el traslado. La primera parada fue el Aeropuerto Internacional de la ciudad fronteriza, donde lo subieron a un avión de la Fuerza Aérea Mexicana. El capo todavía pensaba que lo llevaban de regreso al penal de El Altiplano. 

Pero no iba a ser así.

Guzmán Loera aún no estaba enterado que iba ya rumbo a los Estados Unidos, extraditado, luego de que el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal le negara el último amparo, de no menos de una decena que había interpuesto para no ser enviado a la Unión Americana. 

Todo se había hecho bajo el más completo hermetismo. Ni siquiera sus abogados sabían de la extradición. Se enterarían horas después por los medios informativos. 

La nave enfiló directamente hacia los Estados Unidos hasta llegar al Aeropuerto Internacional de Long Island McArthur, en Islip, Nueva york, donde fue recibido por agentes de la Drug Enforcement Administration (DEA). 

Hasta ese momento supo a dónde había sido llevado. Al destino final, al más temido: Los Estados Unidos, de donde es casi imposible que regrese y de hacerlo, sería para enfrentar otros 10 procesos que quedaron pendientes en nuestro país.  

Quizá por su historial delictivo o por simple empatía, a su llegada al penal de Manhattan el bloque de mujeres reclusas se agitó y comenzaron a corear su nombre: ¡Chapo! ¡Chapo! ¡Chapo!, al tiempo que lanzaban gritos, hurras y vítores, como si se tratara de alguna estrella cinematográfica o un ídolo. 

Pero la bienvenida que le daría un juez federal del Tribunal de Brooklyn, en nada se parecería a la de las entusiastas presas de Manhattan, pues solamente fue para informarle que existen 17 cargos en su contra y que una de las primeras acciones sería el que entregue al gobierno norteamericano los 14 mil millones de dólares, en la que se estima su fortuna. 

SU SEGUNDA ESCAPATORIA Y TERCERA REAPREHENSIÓN

Una llamada anónima ciudadana y la egolatría de que hicieran su película biográfica, fueron factores determinantes para recapturar, por tercera ocasión, a Joaquín Archibaldo “El Chapo” Guzmán Loera, a cinco meses y 28 días de haberse fugado por segunda ocasión del penal de El Altiplano, en el Estado de México, el 11 de julio de 2015. Antes escaparía de Puente Grande, Jalisco. 

Hubo una notable diferencia entre los 12 años que tuvieron que transcurrir para que fuera reaprehendido el capo, luego de su primera escapatoria en enero de 2001, en los que se volvió “ilocalizable” para los gobiernos de Vicente Fox Quesada y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y los 181 días que tardó el gobierno de Enrique Peña Nieto en reaprehenderlo. 

En torno a la manera cómo fue posible ubicar a Guzmán Loera, la entonces procuradora general de la República, Arely Gómez González, explicó que el capo, a través de sus abogados, contactó a productores y artistas para que hicieran una película sobre su vida.  

Se hicieron los seguimientos respectivos y se documentó que, efectivamente, se habían dado esos encuentros con personajes de la farándula, cuyos nombres no fueron revelados, pero sí confirmó la procuradora que ya se habían iniciado las indagatorias correspondientes. 

Por su parte, la Secretaría de la Marina Armada de México (Semar), informó que la madrugada del pasado viernes, acudió a atender una denuncia anónima en la que alertaron de varios sujetos armados en una casa de Los Mochis, Sinaloa.  

Al llegar, fueron recibidos a balazos y uno de los marinos resultó herido, por lo que tuvieron que repeler la agresión y dieron muerte a cinco individuos, además de que detuvieron a otros seis. 

Si bien el movimiento obedeció en principio a la llamada ciudadana, los marinos tenían conocimiento de que por ese sitio se movía Orso Iván Gastelum Cruz, alias “El Cholo Iván”, líder de la zona norte del Cártel de Sinaloa y jefe del grupo de escoltas del “Chapo” Guzmán. 

“El Cholo Iván” ya había sido detenido en el 2005, por posesión de armas, pero pagó una fianza y fue puesto en libertad. Fue recapturado en el 2009 y llevado al penal de Aguaruto, de donde, vestido de mujer, escapó vestido de mujer en un camión que llevaba ropa del penal para lavar.  

Sin embargo, en el domicilio donde se produjo la balacera no sólo se encontraba “El Cholo Iván” sino también “El Chapo”, mismos que, en principio, lograron escapar recorriendo una larga distancia a través del sistema del alcantarillado. 

La balacera, según lugareños que escucharon las detonaciones, se inició poco después de las 3 de la madrugada del viernes y se prolongó durante varias horas, lapso en el que “El Chapo” y su lugarteniente aprovecharon para huir por el drenaje y recorrer una distancia considerable. 

Sin embargo, los marinos ya habían puesto especial atención en la red de alcantarillado, dada la manera como se movía Guzmán Loera en las anteriores ocasiones que logró burlar a sus perseguidores a través de túneles, de la misma manera cómo se fugó de El Altiplano. 

Así, pudieron ubicar al escurridizo delincuente y a su cómplice que corrían por los recovecos de la red pluvial, hasta que los cercaron y los obligaron a salir por una de las coladeras en la colonia Scally, donde interceptaron a un automovilista, lo despojaron de su vehículo y retomaron la huida. 

Por un buen trecho, “El Chapo” y “El Cholo” continuaron en el auto compacto hasta que decidieron abandonarlo. Justo cuando dejaban la unidad, fueron descubiertos por dos policías municipales de Mazatlán que los detuvieron. 

 Al saber de quiénes se trataba, los llevaron al cuarto del motel Doux, a las afueras de Los Mochis, Sinaloa, sobre la carretera federal 15 y dieron aviso de inmediato a las autoridades federales. De esa manera llegaron los marinos, que habían iniciado la persecución y se hicieron cargo del peligroso capo y de su jefe de escoltas.  

Como era un número reducido de marinos, pidieron refuerzos y cuando llegó el apoyo, los detenidos fueron llevados al aeropuerto de Los Mochis y de ahí, trasladados a la Ciudad de México. 

Antes, en el inmueble donde se suscitó la balacera, los marinos lograron asegurar: Cuatro vehículos (dos de ellos blindados), ocho armas largas, una corta, un tubo lanzacohetes con dos cargas, cargadores y municiones de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas.  

La presencia de Guzmán Loera en la zona donde era intensamente buscado, se debió, según versión extraoficial, a que salió de su refugio en Badiraguato para acudir a una reunión con su familia en el poblado de La Tuna. 

En aquella ocasión -8 de enero de 2016-, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, twitteó en su cuenta: «Misión cumplida: Lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido». 

Horas antes de que el mandatario nacional diera la noticia vía twitter, la Marina había informado del operativo, pero se limitó a decir que cinco sospechosos habían resultado muertos en un operativo en el que también fue herido un militar y habían sido detenidos cinco sujetos. 

Tras la recaptura de “El Chapo”, sus hijos Iván Archibaldo y Alfredo reaccionaron agresivamente y a través de sus cuentas de  twitter emitieron los siguientes mensajes:  

Iván Archivaldo escribió: “No saben en qué bronca se metieron”. 

Alfredo, por su parte, twitteó amenazante: “El Gobierno sabrá de los Guzmán muy pronto”. 

Por la noche del mismo viernes, luego de ser traído a la Ciudad de México, bajo un fuerte dispositivo de seguridad, Guzmán Loera volvió a la prisión de donde se escapó; el penal de El Altiplano, en el Estado de México, pero ahora reforzado con mayores medidas de seguridad. 

LA SEGUNDA FUGA DE “EL CHAPO”

Al igual que en la primera escapatoria de Joaquín Archibaldo “El Chapo” Guzmán Loera, del penal de alta seguridad de Puente Grande Jalisco, el 19 de enero del 2001; la fuga del sábado 11 de la cárcel de El Altiplano No. 1, ésta también de máxima seguridad, despertó suspicacias por lo inverosímil de la manera como logró evadirse el narcotraficante más poderoso y peligroso del mundo, según autoridades de varios países.  

En esa ocasión, de acuerdo a lo declarado por Monte Alejandro Rubido García, que era el titular de la Comisión Nacional de Seguridad, el capo de capos se fugó de la prisión a las 20:52 Horas, por un túnel de más de mil 500 metros de longitud que desembocó del baño de su celda a una casa en construcción, a kilómetro y medio, aproximadamente del penal. 

El comisionado nacional de seguridad, informó que “El Chapo” estaba en la zona de tratamientos especiales, pasillo dos, estancia número 20, una de las de mayor seguridad, que el sistema de video vigilancia del Penal Federal del Altiplano I, mostró que Guzmán Loera se aproximó al área de regadera de la estancia 20 del pasillo 2, a las 20:52 horas e incluso que antes se le habían suministrados sus medicamentos (tranquilizantes) para mantenerlo quieto. 

Además, su expediente señala que “El Chapo” sufre padecimientos graves: Diabetes, cardiopatía y problemas cardiovasculares que le exigen atención médica inmediata.  

Al prolongarse su ausencia, el personal de seguridad notó que el líder del Cártel de Sinaloa no se encontraba en su celda. Al revisarla, encontraron un orificio rectangular de 50 por 50 centímetros dentro de la regadera.  

Al recorrer el pasadizo, vieron que desembocaba en un túnel de 1.70 metros de altura y 80 centímetros de ancho, con una longitud aproximada de kilómetro y medio. 

A lo largo del pasaje subterráneo, obra maestra de arquitectura e ingeniería, se encontró una tubería de PVC, para la ventilación y estaba perfectamente bien iluminado, había herramientas de construcción, tanques de oxígeno, recipientes con combustible, madera de cimbra y una motocicleta adaptada sobre rieles y mecanismo de tracción, con la que, presumiblemente, extrajeron la tierra de la excavación y transportaron las herramientas para la misma. 

El túnel por donde escapó Guzmán Loera, finalizaba en una construcción en obra negra al suroeste del penal del Altiplano, ubicada en la colonia San Juanita del municipio de Almoloya de Juárez, en el Estado de México, a menos de 300 metros de la zona militar.  

Al respecto, surgieron varias interrogantes que hasta el momento no tienen explicación: ¿Por qué los militares, cuyo cuartel se sitúa a unos 300 metros, no se percataron de nada?  

¿En qué tiempo las autoridades carcelarias decidieron averiguar por qué “El Chapo” no regresaba del baño? ¿Transcurrió una hora, varias o le dieron el tiempo necesario para escapar, hasta la madrugada del domingo?  

Un túnel de esa dimensión y con esas características, no se construye en un día, ni en semanas, se requieren meses ¿nadie se percató de lo que ocurría? 

Si la penúltima ocasión que “El Chapo” se les escapó de las manos a sus captores, en Sinaloa, se descubrió toda una red de pasadizos subterráneos interconectados a sus siete casas que le permitieron escapar ¿No era obvio que el “narco-topo” recurriera a la misma práctica para tratar de evadirse del penal de supuesta “máxima seguridad»? 

Si la celda de “El Chapo”, de 3 por 3 metros, aproximadamente, era monitoreada las 24 horas, a través de las cuatro cámaras de vigilancia instaladas en las esquinas de su estancia ¿Por qué no pudo ser visto cuando se ponía a excavar el túnel de cuando menos 10 metros, que él mismo tuvo que hacer, para llegar a la conexión con el otro subterráneo que ya habían hecho sus cómplices desde el exterior para llegar a ese punto?  

Supuestamente, no había ningún punto ciego que obstaculizara observar a “El Chapo”. Si diariamente se les suministran a los reos no menos de 10 pastillas para mantenerlos tranquilos, quietos, lo que se traduciría en una población penal dopada, aletargada por medio de medicamentos para que no de problemas. ¿De qué manera “El Chapo” las evitaba, porque es un hecho que para escapar tuvo que estar con sus sentidos al 100 por ciento? 

Antes de su llegada a dicho penal, no se había registrado ningún movimiento de los reclusos; sin embargo, en febrero de ese año, se dio el lujo de encabezar un movimiento de protesta, junto con otros importantes narcos, como Édgar Valdez Villarreal “La Barbie”; Miguel Ángel Félix Gallardo “El Jefe de Jefes”; Daniel Arizmendi “El Mochaorejas”; Andrés Caletri y otros reos, por supuestos malos tratos. 

Comenzaba a controlar la prisión federal, luego se conocería la visita de una mujer que utilizó documentos falsos para ingresar al penal y poder estar en la visita íntima con el capo.  

Trascendería que se trató de la diputada sinaloense y panista, Lucero Guadalupe Sánchez López, quien al ser exhibida negó tener vínculos con el capo e incluso el PAN negó que la mujer fuera panista y que fuera postulada como candidata de coalición en 2013 por el Partido Sinaloense (PAS) junto con el PRD y el PT. 

Esas voces de alerta no fueron tomadas en cuenta y la noche del sábado, finalmente Guzmán Loera, luego de 18 meses de prisión, había sido recapturado el 22 de febrero de 2014, en Mazatlán, Sinaloa, se evadió espectacularmente.  

En cuanto a su primera escapatoria, tampoco fueron aclaradas muchas dudas. Se dijo, oficialmente, que se había escapado en un carrito de lavandería, versión descabellada que nunca fue aceptada; que salió vestido de policía, rodeado de funcionarios de primer nivel durante una visita al penal de Puente Grande, conjeturas que también fueron rechazadas. 

La hipótesis más creíble es que la fuga no fue el 19 de enero del 2001, como informaran las autoridades, sino que Guzmán Loera simplemente ya no quiso regresar al penal desde el 14 de enero, es decir cinco días antes.  

Testimonios de la población carcelaria, señalaron que “El Chapo” era el dueño del penal, que salía y entraba cuando quería y que al conocerse la aprobación de un decreto presidencial que permitiría al mandatario en turno, en este caso Vicente Fox, extraditar sin ningún trámite, a cualquier reo, Guzmán Loera simplemente ya no quiso regresar “a su cárcel”. 

Su fama, aunque negativa, le valió ser objeto de no menos de media docena de corridos, en los que hicieron toda una apología del mítico narcotraficante. 

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