EL HALCONAZO: CREACIÓN Y ENTRENAMIENTO DE LOS HALCONES
- Los Halcones eran «un grupo represivo, oficialmente financiado, organizado, entrenado y armado, cuyo propósito principal desde su fundación en septiembre de 1968 ha sido el control de los estudiantes de izquierda y antigobierno»
Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
(Quinta de siete partes)
Ciudad de México.- Jack B. Kubisch, jefe de misión adjunto de la Embajada de Estados Unidos en México, señaló en un cable diplomático el 17 de junio de 1971 que los Halcones «son un grupo represivo, oficialmente financiado, organizado, entrenado y armado, cuyo propósito principal desde su fundación en septiembre de 1968 ha sido el control de los estudiantes de izquierda y antigobierno».
Kubisch también aclara que la existencia y funciones de los Halcones era bien conocida entre los principales oficiales políticos y de justicia en el gobierno mexicano.
El 18 de junio de 1971, 11 días después de la Masacre de Corpus Christi, Díaz Escobar negó la existencia del grupo durante una declaración ministerial con personal de la Procuraduría General de la República. En dicha comparecencia, Díaz Escobar mencionó que, en julio de 1970, se creó “un personal de vigilancia para el cuidado y mantenimiento de instalaciones especiales, como el Metro que se iba a inaugurar, numerosas bombas de agua [y] plantas de tratamiento de aguas negras”, pero que con el cambio de administración (ocurrido el 1 de diciembre de 1970), ese grupo fue dado de baja. Sin embargo, la existencia de los Halcones fue confirmada en años posteriores por confesión de sus antiguos integrantes; muchos de ellos, aprehendidos por delinquir.
De acuerdo con un informe del Buró de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado de Estados Unidos, los Halcones era reclutados entre estudiantes en edad universitaria por personas relacionadas con oficiales del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quienes gozaban de la confianza personal del presidente Luis Echeverría.
A los reclutas se les otorgaba educación universitaria, pago en dinero y la promesa de un futuro brillante en el PRI. Eran entrenados por personal del Ejército y se les proporcionaban armas y equipamiento por un valor cercano a los 200 mil dólares, incluyendo carabinas 100 M-1.
Se seleccionaban jóvenes de escasos recursos, “gente resentida, sujetos que pudieran realizar acciones violentas, incurriendo en el asesinato sin remordimientos, ni cuestionamientos de ninguna especie”:
Ser lumpen era otro elemento común entre ellos y, probablemente, considerado para su reclutamiento ya que el sueldo ofrecido resultaba una excelente opción laboral para jóvenes desarraigados, sin instrucción, pobres y resentidos, cuya preparación militar era la única forma de insertarse dentro de la economía formal, por lo que las ‘gratificaciones’ eran bien recibidas entre ellos y una manera de ‘comprar’ el silencio de estos sujetos respecto de los actos.
Haber formado parte de la Brigada de Fusileros Paracaidistas era visto como un buen antecedente para pertenecer a los Halcones.
Según la declaración de Rafael Delgado a la DFS, ex integrante de la Brigada de Fusileros Paracaidistas y miembro de los Halcones, la convocatoria para ingresar al grupo se hacía de boca a boca. El grupo se nutría de personas que había formado parte del Ejército, pero habían solicitado su baja o habían sido expulsados por mala conducta.
A nivel de tropa, no se aceptaban miembros en activo. Entre los criterios de selección, se valoraba “el entrenamiento físico que tuvieran, la disciplina castrense, el manejo de artes marciales, la edad, la obediencia ciega, la carencia de principios éticos”.
Se pedía que los integrantes del grupo gozaran de buena salud; aptitudes para el entrenamiento intensivo en técnicas marciales como karate, judo, kendo y boxeo; debían ser capaces de realizar acrobacias y carreras de resistencia, así como ser aptos en tiro con armas automáticas, manejo de armas blancas y prácticas de sabotaje.
En algunos casos, sus integrantes eran contratados como parte de oficinas ajenas a las actividades que desempeñaban. Tal fue el caso de Mario Romero Ramirez, alias El Fish, quien fue empleado del secretario particular del coronel Corona del Rosa a principios de 1967.
Romero Ramírez ayudó al gobierno mexicano durante las movilizaciones de estudiantes de 1968 con labores de infiltración y como golpeador. Durante su existencia, los Halcones formaron parte de la nómina del Departamento del Distrito Federal a través del Departamento de Limpia.