Jesús Esquivel
De Washington a la península
Washington – Desde la época de Amada Carrillo Fuentes como jefe del Cártel de Juárez, en Cancún, Quintana Roo, la presencia de gente del norte ha sido y es una constante.
Ciudad Juárez, Chihuahua, es considerada por las autoridades estadunidenses y mexicanas como la puerta principal y más grande para meter todo tipo de drogas al territorio de la Unión Americana.
La colindancia entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas, facilita por cuestiones geográficas y de infraestructura que los diferentes cárteles y grupos del crimen organizado de México las usen para el movimiento de enervantes destinados a puntos más al norte de esa región limítrofe.
En Juárez es historia vieja que varios de sus narcos locales por órdenes de Amado y su hermano Vicente Carrillo Fuentes, fueron enviados a Cancún para coordinar desde allá el envió de la cocaína colombiana.
“Nadie conoce mejor los agujeros de la frontera de Juárez que un juarense”, es uno de los dichos más conocidos en el teje y maneje del trasiego de drogas de México a Estados Unidos.
Otro de los secretos conocidos a voces en Cancún es la presencia y residencia de los operadores del Cártel de Juárez y lo que en la actualidad queda de este. Cuando esa organización criminal de la frontera norte formaba parte de la Federación hoy conocida como el Cártel de Sinaloa; Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín “El Chapo” Guzmán, gracias a la astucia de Amado, relegaron en primera instancia en este la coordinación y responsabilidad del manejo de los cargamentos de cocaína colombiana que llegaba a Cancún.
Los exploradores juarenses se fueron instalando poco a poco como inversionistas en el paraíso turístico de la Península.
Invirtieron el dinero procedente de la venta de drogas de las diferentes fracciones del Cártel de Sinaloa en medianos y pequeños proyectos de infraestructura de Cancún. Los antros de diversión y del vicio no quedaron fuera de los ojos de los juarenses como mecanismos para lavar dinero e instalar narcobodegas y casas de seguridad.
Hasta antes de que El Chapo provocara la guerra entre las fracciones del Cártel de Sinaloa, los juarenses en Cancún eran como sombras y se destacaban era por su prudencia.
Era regla inalterable no llamar la atención de las autoridades con acciones innecesarias. Por órdenes de juarenses en Cancún se ejecutaba y se desaparecía a quienes no había otra forma de controlarlos.
Cuando Cancún se transformó en territorio libre, los juarenses aunque ya no aliados del Cártel de Sinaloa; se quedaron en la zona. Estos tenían la ventaja sobre los sinaloenses de conocer al dedillo la zona y de haber establecido sus cotos de poder por medio del reclutamiento de policías corruptos a nivel municipal, estatal y federal.
Los grupos independientes del tráfico de drogas florecieron en Juárez y esto provocó que los juarenses asentados en Cancún se empoderaran.
Aventajados por conocer y controlar la plaza, muchos de los que quedan o sus antecesores; tienen la potestad de mantenerse como los grandes intermediarios u operadores de las cargas de drogas que siguen llegando de Sudamérica para luego ser enviadas al norte.
Con el desmembramiento del Cártel de Sinaloa, sin destronar al Mayo y a los hijos del Chapo, elementos de La Línea, el grupo de sicarios que opera como brazo ejecutor del Nuevo Cártel de Juárez; también llegó a Cancún. Los pistoleros de La Línea acabaron con los acuerdos de civilidad de no llamar la atención de las autoridades.
El número de asesinatos, enfrentamientos a tiros y de desaparecidos aumento exponencialmente en Cancún.
La plaza estaba en disputa entre narcos independientes y juarenses.
Desde lejos, la experiencia del Mayo y posteriormente la de Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), dejaron que en Cancún se mataran juarenses, narcos locales y los independientes que llegaron de otros lados.
Cuando decidieron intervenir y apaciguar el calentamiento de la plaza, los juarenses se replegaron. Imposibilitados para contrarrestar la poderosa infraestructura de muerte del Cártel de Sinaloa y CJNG, los juarenses se integraron como operadores independientes de los grandes. A sus sicarios también les dieron la orden de ejecutar y eliminar a quienes señalan los patrones y esta es la ley que impera en Cancún.