Los expertos exponen que las sobredosis probablemente aumentaron debido al costo psicológico de la pandemia y a la disponibilidad de más opioides sintéticos, como el fentanilo
Ricardo Ravelo/Corresponsalía Nacionales/Grupo Sol Corporativo
(Tercera y última parte)
Ciudad de México.- La fuerte presencia de esta droga en territorio nacional encendió las alarmas en el convulsionado mundo de las drogas. El fentanilo cobró fuerte demanda y se colocó como la droga de preferencia de millones de consumidores, desplazando a la amapola, base de la goma de opio, la marihuana e incluso a la heroína.
Su fuerte demanda en México, pero sobre todo en Estados Unidos, hizo posible que dos cárteles mexicanos –Sinaloa y el de Jalisco –agilizaran sus operaciones y pronto establecieron amplias redes con cárteles chinos para producir la droga.
También impusieron nuevas dinámicas en el tráfico. Esto comenzó a notarse a partir del año 2017, de acuerdo con información de la DEA. Hasta esa fecha el fentanilo se enviaba desde China a las diversas ciudades estadunidenses. Más tarde, las rutas se modificaron, pues ambos cárteles diversificaron sus formas de introducción al mercado estadunidense.
Fue entonces cuando las autoridades mexicanas y estadunidenses comenzaron a detectar que tanto el cártel de Jalisco como el de Sinaloa empezaron a importar precursores químicos para producir fentanilo en laboratorios propios. Así se convirtieron en los principales abastecedores del mercado estadunidense.
Sin embargo, algunas modalidades de tráfico se mantienen, por ejemplo, el envío por correo y vía aérea. Una de las formas más socorridas es la transportación en contenedores, en barcos de carga, que salen de los puertos de China –Hong Kong es uno de los más activos en este rubro –y llegan directamente a Estados Unidos. Los puertos mexicanos juegan un rol clave, pese a estar militarizado; lo mismo ocurre en las aduanas. Los criminales y los funcionarios corruptos se aprovechan de la ignorancia de los miembros de las Fuerzas Armadas en los temas aduanales. Así logran cruzar la droga al mercado de consumo más boyante.
Los chinos se han especializado en camuflagear los cargamentos, los que disfrazan “de cualquier cosa”, según explica una fuente consultada. La droga, explica la misma fuente, puede arribar en contenedores de jabón, en muñecos de yeso o de porcelana, saturada de papel y relleno y así se disimula el verdadero contenido de la carga.
En Sinaloa, por ejemplo, uno de los cuantiosos aseguramientos ocurrió al revisar unas estrellas de madera. Según datos de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), varios cargamentos con estas características se han detectado en diversos puertos mexicanos, como Lázaro Cárdenas y Colima, respectivamente. Ambas terminares marítimas están consideradas las más socorridas por los criminales para el arribo de fentanilo.
Recientemente, efectivos de la Secretaría de la Defensa Nacional, aseguraron en Culiacán un cuantioso cargamento de fentanilo. En total fueron 118 kilogramos. Su valor, según datos oficiales, es de casi mil millones de pesos. Ese aseguramiento fue catalogado como uno de los más cuantiosos, pero ¿Cuántos cargamentos más robustos han cruzado hacia Estados Unidos? En realidad un decomiso no dice absolutamente nada considerando el amplio mundo de las drogas. Por cada cargamento asegurado puedo asegurar que pasan diez, por decir lo menos.
Las terminales marítimas no son las únicas que son utilizadas para el tráfico de esa sustancia. Las terminales aéreas de Culiacán, Manzanillo y Ciudad de México también tienen una fuerte dinámica en el movimiento de fentanilo, de acuerdo con reportes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
En México el fentanilo se elabora en laboratorios clandestinos que, de acuerdo con datos oficiales, han sido detectados en Michoacán, Jalisco, Sinaloa, Durango y Baja California.
Después, la sustancia se envía a la frontera norte, particularmente a Tijuana, Baja California, desde donde cruza a San Diego, California. Cuando la sustancia está en territorio estadunidense comienza su distribución en latas de comida, piezas de automóviles, juguetes o incluso en bolsas con dulces.
La razón por la que los cárteles mexicanos se han involucrado en el tráfico de fentanilo tiene una explicación: es altamente rentable. Según datos publicados en 2020 por el diario “El Universal”, producir un kilo de fentanilo cuesta 32 mil dólares. Con ese kilo se producen un millón de dosis que, de acuerdo con cifras de la DEA, arrojan ganancias de hasta veinte millones de dólares.
Este boyante negocio ha transformado a los cárteles de Jalisco y Sinaloa en organizaciones criminales trasnacionales, pues según la DEA ambos cárteles tienen presencia en Asia y Australia precisamente porque en esos puntos del planeta disponen de los proveedores de los precursores químicos.
Cabe decir que el cártel de Jalisco comenzó traficando drogas sintéticas desde que fue fundado por Abigael González Valencia, cuñado de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, actual jefe de esa organización, allá a mediados de los años noventa.
Por lo que respecta a Sinaloa, su fuerte es el tráfico de marihuana y cocaína, pero se involucró en el movimiento de fentanilo precisamente por su alta rentabilidad y poca inversión. Ambos grupos criminales disponen de amplias redes en los puertos mexicanos, de ahí que el gobierno de Estados Unidos haya externado su preocupación por el tráfico de ese químico a través de las terminales marítimas.
En su visita a Guatemala y México, Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, expuso que, debido al alto flujo de fentanilo en los puertos mexicanos, el gobierno de Estados Unidos le pidió al gobierno de Andrés Manuel López Obrador que las Fuerzas Armadas se ocuparan de la seguridad de los puertos.
Esa fue la razón por la que el gobierno de México ha procedido a militarizar todo el país; también explica por qué la Guardia Nacional ahora debe ser coordinada desde la Secretaría de la Defensa Nacional. En el fondo de todo está la seguridad de la frontera estadunidense y sus intereses económicos en México.
Sin embargo, pese al blindaje militar –que por cierto es histórico en el gobierno de la Cuarta Transformación –el tráfico continúa. De acuerdo con fuentes consultadas “los militares no son incorruptibles. También son alcanzables”.