- Fraude y miseria del modelo inmobiliario de Mérida que Renán Barrera pregona como desarrollo sustentable. Las inversiones transnacionales de capitales ilícitos en el sector inmobiliario método probado para lavar dinero sucio, particularmente en sitos donde se presume estabilidad política y seguridad social
- El lavado es operado por transacciones inmobiliarias realizadas en cadena, para impedir que se rastree el origen ilícito de los fondos, por inversiones de capitales criminales en complejos inmobiliarios comerciales o residenciales, que les confieren una apariencia de excelencia y legalidad
Jorge Franco / Sol Yucatán
Mérida.- Bajo las reglas neoliberales de la especulación financiera, la nueva urbanografía de Mérida se articula desde los circuitos inmobiliarios “desfronterizados” o, mejor dicho “transnacionalizados”. No importa el problema específico de nuestra ciudad que se trate, porque todo procede de este modo.
Pretendiéndose una gran ciudad desde la propaganda comercial del internet y, en especial, una metrópoli moderna que incorpora de modo eficiente a las demás áreas urbanas conformadas en torno suyo como metrópoli, la capital yucateca busca ser ejemplo latinoamericano de acumulación privada ante el mundo globalizado, tal como la economía neoliberal requiere al Estado mexicano so pretexto del crecimiento económico.
Con estas adscripciones capitalistas y preferencias mercantiles aplaudidas en las sedes financieras, nada resulta más miserable en acuerdos de convivencia ciudadana y tan fraudulento en compromisos de desarrollo sostenible que el modelo inmobiliario de Mérida que pregona Renán Barrera Concha.
El modelo inmobiliario de Mérida
En la dinámica inmobiliaria de la capital yucateca, los capitales transnacionales han crecido en movilidad por espacios más extensos, al mismo tiempo que han logrado autonomía respecto de las decisiones públicas y a los movimientos comerciales. Una vez libres de ellos, las consecuencias ciudadanas han estado en función de una situación urbana en la que el capitalismo financiero se ha liberado del poder político -en sus variaciones federales, estatales y municipales-, para transformarse en el principio clasista/elitista hegemónico de la organización económica y social de ciudad de Mérida.
El nuevo modelo inmobiliario de acumulación ha profundizado la dependencia estructural e ideológica de la sociedad emeritense de los capitales externos.
En términos esquemáticos, puede decirse que la capital yucateca se ha convertido en una sociedad urbana que evoluciona en la sumisión ontológica ante los intereses transnacionales, mismo que se pretende como requisito del crecimiento para elevar el ingreso general e, incluso, para crear opciones de empleo no calificado y satisfacer las necesidades básicas de la población.
El crecimiento inmobiliario, a su vez, ha quedado condicionado por los excesos piramidados en los niveles de inversión y las tasas de ganancias, ya que a los más ventajosos de ellos aspiran los propietarios extranjeros, más los agentes nacionales, más los operadores locales de los capitales desfronterizados. Hay varios casos de empresas yucatecas que ameritan revisiones detalladas al respecto.
A decir verdad, los niveles de inversión en Mérida no tienen relación con el Ayuntamiento, el Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN) o el Programa Municipal de Desarrollo Urbano (PMDUM), pues están definidos por las condiciones para la valorización del capital que nuestra ciudad pueda ofrecer a las empresas extranjeras y los negocios inmobiliarios.
En esta situación, frente a la creciente autonomía de los flujos de capitales para escoger dónde establecerse en la capital yucateca, las tres instancias municipales señaladas solo se dedican a aplaudir a los inversionistas al mismo que se inclinan ante ellos en los sitios urbanos que satisfacen sus criterios de atracción, con la expectativa de ser reconocidos globalmente e incluso premiados sectorialmente por no hacer nada más que servir a las posibilidades de valorizar esos capitales extranjeros. No han servido para nada más las gestiones municipales de Renán Barrera, Mauricio Vila de la mano del Diablo inmobiliario.
En la dinámica estructural de nuestra ciudad, se ha producido una intensificación de los flujos financieros de identidades transnacionales, cuya parte más significativa se ha destinado a la inversión en bienes raíces en la zona localizada entre Dzityá y Conkal, especialmente debido a que esa parte de Mérida en la única zona importante de Yucatán donde ha ocurrido y también puede preverse un crecimiento económico.
En pocas palabras, el aumento de la inversión inmobiliaria en la urbe yucateca solo ha servido para estimular un crecimiento marginal de corte estratificado y policéntrico, según las evaluaciones de los potenciales inversores como lugares recomendables para la obtención de tasas de retorno más elevadas que las que pueden ofrecer otras ciudades. He aquí el fraude y la miseria que entraña para el resto de Mérida y todo Yucatán el modelo inmobiliario que se pretende en las campañas electorales como desarrollo sustentable.
Por otro lado, se ha tenido que el incremento del excedente disponible de capitales para la inversión inmobiliaria en nuestra ciudad, se ha debido también a que se trata de un medio sectorial idóneo para el reciclaje de dinero procedente del crimen organizado y, en particular, del narcotráfico peninsular,. Este es un aspecto secreto, que se ha procurado omitir a la hora de las explicaciones sobre el crecimiento de los flujos orientados en esta dirección de negocios transnacionales, tan aplaudidos por las autoridades y tan celebrados por los fraccionadores y los constructores.
Conclusiones
El sector inmobiliario de Mérida se encuentra plenamente en la esfera de operación de las actividades miserables y fraudulentas de los lavadores de capitales desfronterizados. Las inversiones transnacionales de capitales ilícitos en el sector inmobiliario de nuestra ciudad, solo son parte de un método clásico y probado para lavar dinero sucio, particularmente en sitos donde se presume estabilidad política y seguridad social. El lavado es operado de ordinario por transacciones inmobiliarias realizadas en cadena, para impedir que se rastree el origen ilícito de los fondos, por inversiones de capitales criminales en complejos inmobiliarios comerciales o residenciales, que les confieren una apariencia de excelencia y legalidad.
Pero más allá del origen de los capitales inmobiliarios de interés transnacional, lo central en el caso de la capital yucateca es que una parte importante de estos ha llegado a Mérida para imponer condiciones al desarrollo económico de Yucatán. El pretexto ha sido que la capital yucateca es una urbe moderna, de alto crecimiento económico y bajo riesgo, es decir, un sitio recomendable para los negocios inmobiliarios puedan presumirse como modelo de desarrollo sustentable y ejemplo de gestión municipal dentro del orbe globalizado. No dejo de pensar en lo que sigue en la vida pública cuando veo en las actuales campañas a esos candidatos que pregonan que Yucatán merece más de toda esta miseria y fraude inmobiliarios que ha padecido la capital yucateca.
