- El estado se ha convertido en el paraíso del feminicidio: han ocurrido cuarenta asesinatos de mujeres por año, así como del negocio del huachicol, el cual es explotado por los cárteles de Jalisco, Santa Rosa de Lima y Los Rojos. Estos últimos controlan también el vecino estado de Morelos
Ricardo Ravelo/Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
Puebla.- Al menos cuatro cárteles mantienen férreos controles en el estado de Pueblo que actualmente gobierna el morenista Sergio Salomón Céspedes, quien sustituyó a Miguel Barbosa en el cargo tras su muerte.
Barbosa heredó un estado plagado de criminalidad. Es una de las entidades con mayor número de feminicidios. Tan sólo en un año se han cometido cuarenta crímenes contra mujeres, los cuales han sido catalogados como feminicidios.
Además, el estado está controlado por los cárteles de Jalisco Nueva Generación, una célula de Los Zetas, el cártel de Sinaloa y Los Rojos. Estos últimos también tienen bajo asedio al vecino estado de Morelos.
El crimen organizado todo lo toca en Puebla, la entidad que gobierna el morenista Sergio Salomón Céspedes. Las balaceras se multiplican tanto de día como de noche, la trata de personas es un negocio explosivo lo mismo que los feminicidios, los cuales aterrorizan a la población. Por otra parte, la entidad se ha convertido en el llamado “paraíso del huachicol”, pues los grupos delictivos dedicados a esa actividad, como el CJNG, operan con absoluta impunidad.
En este territorio –llamado el triángulo dorado del huachiocol –las redes criminales se multiplican y están relacionadas con los cárteles del Golfo, Zetas y células locales que están dedicados a la ordeña de ductos de Petróleos Mexicanos con la complacencia de autoridades tanto civiles como militares.
LOS CÁRTELES DOMINAN PUEBLA
Tras el arribo de Miguel Barbosa a la gubernatura de Puebla, el crimen organizado encontró su mejor asidero en esa entidad: el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) sentó sus reales y ahora domina –igual que ocurre en Guanajuato y en una veintena de estados más –el trasiego de combustibles robados, la venta de droga a granel, la explosiva industria del secuestro y las extorsiones.
Por otra parte, dada la vecindad con el estado de Veracruz, Los Zetas y el cártel del Golfo también se afincaron en el estado de gobierno Barbosa hasta su muerte. De esta forma, la entidad terminó controlada por el crimen organizado y ninguna autoridad puede hacer frente al flagelo de la violencia.
El nivel de violencia e ingobernabilidad en Puebla lo han reportado los propios informes policiacos del gobierno de la Cuarta Transformación. Uno de los informes, fechado en abril de este año, señala que en la comunidad de San Lorenzo Chapa Chapa, en medio de un tiradero de escombros y hierba seca, fueron hallados ocho cuerpos.
Algunos de ellos estaban descuartizados. La policía poblana acudió al lugar donde estaba desperdigada la pedacería humana y se encontraron con una escena de horror. Los cuerpos afloraban entre las piedras y encima de ellos había un polvo blanco. Era cal. A varios cadáveres les faltaban las piernas; a otros la cabeza, a unos más los brazos. Todos estaban cercenados hasta de sus órganos genitales: los testículos reventados y el pene machacado.
Uno de los despojos portaba una camiseta de la policía estatal. Era un oficial que apenas dos semanas antes de morir había salido del Centro de Operación de Emergencias. Desde entonces no se volvió a saber de su paradero. El crimen lo secuestró, lo descuartizó y sus restos terminaron en aquel tiradero.
Las autoridades poblanas han descubierto que en toda la ciudad hay venta de drogas. Así lo demuestran varios cateos que se han realizado. Uno de los puntos más conflictivos por este flagelo es el mercado Morelos, un centro de distribución de todo tipo de drogas, donde apenas hace tres meses se realizaron varios cateos a negocios.
Ahí diversos locales fueron revisados y se hallaron decenas de paquetes con marihuana, cocaína y crystal –ésta es la droga de moda por su alto efecto adictivo y bajo costo.
Ahí, justo al lado del mercado Morelos, los agentes encontraron una fosa clandestina. Las investigaciones revelaron que de esa fosa fueron exhumados los ocho cuerpos que aparecieron cubiertos de cal en el tiradero.
El hallazgo de la fosa detonó una cacería de narcomenudistas que, según las autoridades poblanas, también están relacionados con secuestros, asesinatos, robos, extorsiones, descuartizamientos, robo de combustible y el llamado “cobro de piso”.
También descubrieron que una de las bodegas del mercado se había convertido en el centro principal de la violencia que ha sacudido a la capital poblana y que de igual forma ha impactado severamente en nueve demarcaciones de esa entidad.
Según las investigaciones locales y federales, el jefe del narcotráfico y de todas las actividades criminales en Puebla es José Cristian Romero Aguirre, mejor conocido en el mundo del hampa como “El Grillo”. Los informes policiacos dieron cuenta que este capo –considerado uno de los más violentos y sanguinarios –había huido del estado tras recibir el “pitazo” de que sería capturado.
El segundo de abordo en el grupo criminal de “El Grillo” es identificado por las autoridades como “Julio Mix”, quien en el momento de ser detenido cuando intentaba cruzar un retén traía consigo una mochila con droga, dinero en efectivo y un arma blanca.
De acuerdo con el reporte policiaco, cuando fue detenido sacó el dinero que traía en la bolsa. Eran poco más de 14 mil pesos. Con su característica prepotencia les gritó a los policías que ahí les dejaba esa lana y que lo dejaran ir.
El famoso Julio Mix se ostentaba como líder del mercado “Carmen Serdán, popularmente conocido como “La Acocota”. Según los reportes policiacos este sujeto operaba el narcomenudeo a gran escala y también el cobro de piso a los locatarios. A base de violencia y amenazas impuso su ley y todos le obedecían.
El otro jefe del narcotráfico –José Cristian Romero Aguirre, “El Grillo”, fue capturado en Xochimilco, en la Ciudad de México. Tras su arresto también fueron cayendo poco a poco sus cómplices. Un total de 41 gatilleros de su grupo fueron aprehendidos, después aprehendieron a otros 23, todos ellos ligados al secuestro y narcomenudeo.
De acuerdo con los informes de inteligencia, el grupo de Romero Aguirre disputaba la plaza con otra organización rival que encabezaba Marco Antonio Torres Valdés, “El Chupón”.
Esta guerra desató más violencia en Puebla. Las matanzas se desataron y se prolongaron durante meses a pesar de la captura de Romero Aguirre, quien continuó manejando los hilos de la distribución de drogas desde la cárcel. Sus brazos fueron maniatados porque lo trasladaron a una prisión en el estado de Oaxaca. Pero aún así la violencia siguió sin control.
Las investigaciones revelaron, sin embargo, que en esa organización había un tercer hombre que manejaba los hilos de la distribución de drogas. Su apodo: “El Negro”. Llevaba diez años dentro de la organización. Las autoridades le siguieron la pista y descubrieron que se movía entre Puebla y Tlaxcala, cambiaba constantemente de automóvil y de teléfono. Era nada menos que el enlace con los cárteles que surten la droga para su venta. El sujeto fue capturado, pero a pesar de ello sigue la violencia en Puebla.
EL HUACHICOL
Tras la caída de José Antonio Yépez, “El Marro” –jefe del cártel de Santa Rosa de Lima –el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) se colocó como la segunda fuerza criminal del país, abajo del cártel de Sinaloa. Sin embargo, la organización que encabeza Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, sigue conquistando territorios y actualmente ya domina un amplio corredor que abarca desde el sureste hasta el norte de la República.
Ahora controla el estado de Puebla, donde en 2019 estalló el problema del “huachicol”, pues varios grupos delictivos que contaban con protección oficial estaban dedicados –y muchos se mantienen impunes en el negocio –al robo de combustible de Pemex.
Con apenas quince años de existencia, el Cártel de Jalisco irrumpió como un grupo ligado al cártel de Sinaloa y a “Los Cuinis”, éste fue encabezado por Gerardo González Valencia, cuñado de “El Mencho”, quien purga una larga condena en el penal de Puente Grande, Jalisco, y se caracterizó por operar el narcotráfico a través de buques de carga procedentes de Europa, Asia y algunos países de América Latina como Colombia y Venezuela.
Luego de romper con Sinaloa, comenzó el ascenso de Oseguera Cervantes y su grupo criminal. Al igual que lo hicieron Los Zetas en su época, el CJNG diversificó sus actividades: puso en marcha los secuestros y a la par las extorsiones, venta de drogas químicas, robo de combustibles a Petróleos Mexicanos, entre otras, que lo comenzaron a posicionar en todo el país.
El Cártel de Jalisco, además, es el segundo más poderoso en la exportación de cocaína y mariguana a Estados Unidos. Cálculos de la DEA estiman que esa organización criminal introduce unas quince toneladas de droga trimestrales a la Unión Americana, pero el trasiego más fuerte lo realizan con las drogas sintéticas, las cuales tienen amplia demanda en Estados Unidos.
En el territorio nacional, el CJNG controla veinte entidades federativas. Antes de la captura de “El Marro” Guanajuato fue epicentro de una lucha armada entre los cárteles de Santa Rosa y el CJNG. Además del control del mercado de las drogas, la plaza interesaba a “El Mencho” porque esa entidad está entre las más boyantes del país; es una zona comercial e industrial donde se mueve mucho dinero, nada más preciado para desarrollar una industria criminal basada en el secuestro y las extorsiones.
Pero “El Marro” no estaba dispuesto a negociar ni a dejar la plaza y decidió pelear: esto derivó en que la región de “El Bajío” se convirtiera en la más violenta del país.
Luego de la caída de “El Marro” –fue detenido en flagrancia tras el secuestro de una empresaria de Apaseo El Alto, Guanajuato, junto con cinco secuaces –El CJNG se apoderó de esa entidad y, con ello, amplió el boyante corredor que ahora explota.
Y es que ahora el CJNG domina la ruta de trasiego de drogas y de “huachicol” más extensa de todo el territorio nacional. Según informes oficiales, el grupo criminal que dirige “El Mencho” controla el estado de Tabasco y Campeche; de aquí se conecta con Quintana Roo, otro de sus feudos claves.
No es todo: También está posicionado en Veracruz y Puebla –zona huachicolera –y sus tentáculos alcanzan a Hidalgo –otro estado estratégico para el robo de combustibles –y enseguida sigue Querétaro y Guanajuato, otro de sus principales bastiones criminales.
Esta segunda entidad les interesaba porque pueden operar con todas sus actividades criminales. Sigue Jalisco, su territorio base, y continúa su red hasta los límites con Sinaloa, entidad donde no han podido penetrar por la guerra que enfrenta con Iván Archivaldo y José Alfredo, hijos de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo, y con “El Mayo” Zambada”, quien, según la DEA, es el verdadero líder de ese cártel. El control territorial del CJNG sigue avanzando por todo el norte de la República y llega a Sonora y Baja California. En este segundo estado selló una alianza con el Cártel de Tijuana Nueva Generación, renovado con sangre joven, aunque sigue manteniendo ligas con la familia Arellano Félix, fundadores en la década de los ochenta de esa organización criminal.
De acuerdo con informes oficiales –incluso el presidente Andrés Manuel López Obrador pregonó en una de sus conferencias mañaneras que con la captura de “El Marro” Guanajuato ya no ocupa el primer lugar en violencia –la estructura criminal de José Antonio Yépez Ortiz está intocada, lo mismo que su base financiera y la amplia red de clientes, principalmente gasolineros, que compraban combustible robado.
VIOLENCIA IMPARABLE
La violencia ha causado un baño de sangre en la entidad que gobierna Sergio Salomón Céspedes. La entidad pasó de tener un registro de 8 mil 470 delitos en 2018 a 10 mil 401 denuncias hasta abril de este año. Esto indica que los índices delictivos aumentaron hasta en un 22.7 por ciento; además, los feminicidios se triplicaron, el secuestro aumentó hasta llegar a un 100 por ciento –es lo más crítica hasta la fecha –, lo mismo que el robo de autopartes y las lesiones dolosas.
En un análisis de quince delitos, el estado de Puebla pasó a tener un registro en el Ministerio Público de 8 mil 470 delitos en 2018 a un total de 10 mil 401 denuncias en el Ministerio Público actualmente.
Lo verdaderamente preocupante también son los feminicidios, que han aumentado de manera preocupante. En el primer trimestre de este año pasaron de 5 a 15, lo que representa un aumento del 200 por ciento.
Uno de los casos más escandalosos ocurrió el 13 de marzo pasado cuando fue asesinada una quinceañera en el fraccionamiento Jardines del Sur. La hermana y la madre de la festejada fueron reportadas como desaparecidas. Luego, sus cuerpos fueron hallados embolsados.
El secuestro es el segundo delito que, según las estadísticas oficiales, aumentó hasta en un 158 por ciento al pasar de 12 a 31 en tan sólo un año. Continúan las lesiones dolosas que pasaron de 517 a mil 262 denuncias, lo que representa un aumento del 144 por ciento.
A esto se suma el nivel de impunidad que envuelve a toda esta oleada delictiva. El gobernador Salomón Céspedes, tras tomar posesión el pasado 15 de diciembre de 2022, ofreció poner orden en el estado, pero a menos de tres meses de cumplir un año en el cargo, sus promesas siguen sin cumplirse.


