- Muertes, desapariciones, robo de combustible, cobro de piso y entierro clandestino de sus víctimas son algunas de las actividades criminales que realizan. En el caso de Querétaro lo curioso es que en esa entidad no hay violencia del alto impacto, lo que se explica por los pactos sellados entre mafiosos y políticos
- Sin embargo, en El Bajío las cosas son diferentes: la violencia estalla por todas partes debido a la guerra sin tregua que mantienen miembros de los cárteles de Jalisco y Santa Rosa de Lima. Se disputan el control territorial pero también los recursos más preciados: la minería, la industria del secuestro, el narcomenudeo y el robo de combustibles
- Esta última, afirman las autoridades, es la causa de las guerras entre cárteles. Y respecto a las autoridades y a la Guardia Nacional nada pueden hacer, pues sino son cómplices cumplen a pies juntillas la orden de no usar la fuerza
Ricardo Ravelo/Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
Querétaro.- El crimen organizado mantiene en todo el territorio nacional, pero en ese escenario sobresalen dos entidades donde los gobiernos no sólo están rebasados sino que ya existen datos y evidencias de las complicidades políticas con los grupos mafiosos: Querétaro y Guanajuato.
En ambos estados sólo impera una ley: la de las armas. Y sólo hay un código que se respeta: nadie se mete con los seis cárteles que operan en esos estados y que lo mismo matan que desaparecen, cobran piso a todo el comercio organizado y desorganizado; desplazan a la gente más vulnerable y, por si fuera poco, se roban el combustible de las refinerías para venderlo al mejor postor.
Al igual que Michoacán, Guerrero o Sinaloa, el estado de Querétaro ha servido como un refugio de capos, sicarios y lavadores de dinero del narcotráfico. La única diferencia con los tres estados citados es que no tiene violencia de alto impacto, lo que evidencia que ahí la mafia y el poder político mantienen un pacto para no calentar la plaza.
Durante varios años, Querétaro fue el territorio donde se afincaron personajes emblemáticos de la delincuencia organizada, como Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, uno de los mejores negociadores que puso fin a rivalidades entre grupos antagónicos.
En algún momento de su vida criminal el capo Amado Carrillo Fuentes vivió en Querétaro muy bien protegido por el poder político como también lo hizo en Morelos durante el periodo gubernamental de Jorge Carrillo Olea, a quien vincularon con el entonces jefe del cártel de Juárez.
En los últimos tiempos, a la entidad han arribado miembros del Cártel de Jalisco Nueva Generación y de la organización criminal Santa Rosa de Lima. Esta última sigue vigente y con amplio poder en el corredor Guanajuato-Querétaro, uno de los más explotados por las mafias dedicadas al secuestro, robo de gasolina, cobro de piso, venta de protección, regenteo de giros negros, entre otras actividades.
De igual forma, miembros del cártel de Sinaloa –la organización más boyante del mundo –operan en Querétaro, pues desde esa entidad mueven sus cargamentos de drogas sintéticas, cocaína y precursores químicos que exportan a todo el mundo.
Las conexiones que tiene Querétaro son extraordinarias para los amos del crimen organizado: tiene aeropuerto, enlaces con la ciudad de México y el bajío; de aquí pueden cruzar hasta el norte –Sinaloa, Sonora y Baja California –entidades que actualmente son operadas por el grupo criminal que encabezan los hijos de Joaquín Guzmán Loera –Jesús Alfredo e Iván Archivaldo –e Ismael “El Mayo” Zambada, quienes mantienen sus operaciones criminales sin alteración alguna.
QUERÉTARO, REFUGIO DE CAPOS
El exgobernador del estado, Francisco Domínguez Servién presumía que la entidad que gobernó estaba en paz, sin violencia de alto impacto y sin actividad criminal, pero fue sacudido políticamente en agosto de 2022 cuando el exdirector de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya –quien enfrenta acusaciones por recibir sobornos de la trasnacional Odebrecht a cambio de contratos multimillonarios en Pemex –exhibió ante la Fiscalía General de la República un video en el que aparece Guillermo Gutiérrez Badillo, quien fuera secretario particular de Dominguez Servién, recibiendo fajos de billetes como sobornos para que los senadores panistas votaran la Reforma Energética.
Tras el escándalo mediático que se generó luego de que Lozoya dio a conocer las evidencias, el entonces gobernador de Querétaro despidió a su secretario particular de manera fulminante, aunque no pudo atajar el escándalo, pues sus argumentos se limitaron a decir que él no necesitó sobornos para votar una reforma medular para el país.
El propio “Pancho” Domínguez, como se le conoce al exmandatario queretano, negó una y otra vez que el estado de Querétaro tenga actividad criminal, lo que le permitió presumir por todas partes que el territorio tenía paz social. Nada más falso.
Sin embargo, dicha paz no es natural: obedece a un pacto entre los cárteles de la droga, de acuerdo con un informe de la DEA, en el cual se afirma, además, que la mayor parte de los capos del narcotráfico viven en Querétaro porque ahí se sienten a salvo. Están protegidos, pues.
LOS GRUPOS CRIMINALES
De acuerdo con un informe de la DEA, elaborado en 2023, en Querétaro están afincados desde hace varios años amplias ramificaciones de distintos cárteles. El informe señala, por ejemplo, que el estado ha sido refugio de Los Caballeros Templarios, a quienes no dan por extinguidos pese a la captura y muerte de varios de sus dirigentes, entre ellos, Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, capturado en febrero de 2015.
De igual forma, en Querétaro vivieron sin ser molestados los hermanos Arturo, Alfredo y Héctor Beltrán Leyva, “Los Tres Caballeros”. Este último, por ejemplo, fue capturado precisamente en San Miguel Allende, Guanajuato, entidad que colinda con Querétaro, donde se hacía pasar como próspero empresario.
Según el informe de la DEA, el estado de Querétaro es una de las siete entidades de la República Mexicana en la que no existe predominio absoluto de un cártel del narcotráfico, pero en ese territorio habitan la mayoría de los líderes y sicarios que encabezan las principales organizaciones criminales que operan en el país.
Además de los Caballeros Templarios y los miembros del grupo Beltrán Leyva también están afincados miembros del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), lavadores de dinero, sicarios y operadores del cártel Santa Rosa de Lima –que sigue intacto –el cual encabezó hasta agosto pasado José Antonio Yépez Ortiz, “El Marro”, cuyo principal negocio era el secuestro, el cobro de piso y la comercialización de combustible robado, “El huachicol”.
Fuentes de inteligencia y seguridad explicaron a este reportero que el estado de Querétaro resalta por una particularidad: existen pactos y acuerdos entre los grupos criminales. De esta forma mantienen el índice delictivo abajo del 1 por ciento –en referencia con la media nacional –porque “no quieren que se les caliente la plaza”.
Los informes sostienen, además, que al ser el principal paraíso comercial, Querétaro representa un refugio y centro de operaciones importantes para las agrupaciones criminales que ahí están asentadas. A diferencia de lo que ocurre en otros estados, donde la violencia campea por todas partes, en Querétaro los cárteles no pelean ni se matan por el control del territorio.
El informa explica:
“Esto ha mantenido al estado con el índice delictivo más bajo del país y con comportamientos criminales distintos a los del resto de la República, al ser Querétaro una entidad ubicada también en un punto muy estratégico de la República mexicana para poder llegar a otros sitios de dominio para el tráfico de drogas”.
En el mapa clasificado de la DEA, donde sobresale la presencia de los cárteles de la droga en México, se indica que el estado de Querétaro se encuentra rodeado por cuatro de los más poderosos cárteles. En el país, según el informe, operan quince organizaciones criminales que ocupan toda la extensión territorial.
Y es que Querétaro colinda con los estados de San Luis Potosí, Guanajuato, Michoacán y el Estado de México. En la primera entidad el control absoluto lo detenta el cártel del Golfo, según el informe de la DEA. Al sur limita con el Estado de México, donde el control del mercado de las drogas, secuestros, cobro de piso, levantones y regenteo de giros negros se lo disputan La Familia Michoacana, en una parte de la faja fronteriza, mientras que en la otra está ocupada por la organización Beltrán Leyva, por lo que esta zona se ha convertido en la colindancia más peligrosa, junto con la de Guanajuato, hacia el noroeste, debido al control de Los Zetas –ahora conocidos como cártel del noreste –uno de los más violentos del país.
Aunque en Michoacán Los Caballeros Templarios y el cártel de Jalisco Nueva Generación se pelean por el dominio de la entidad, la franja que colinda con otros estados la ha mantenido La Familia Michoacana.
No obstante, de acuerdo con los informes de seguridad y análisis, los presuntos acuerdos entre la célula Beltrán Leyva y Los Caballeros Templarios ha impedido que otras células criminales ingresen y se apoderen del estado de Querétaro.
La alerta de que Querétaro se convirtió en refugio de narcos se activó cuando, después de once meses de labores de inteligencia y seguimiento, en octubre de 2009 las fuerzas federales capturaron a Héctor Beltrán Leyva, “El H”, en San Miguel de Allende, Guanajuato. El capo –según los informes –vivía en Querétaro y se movía como un próspero empresario.
Tres años después del reacomodo de cárteles, en octubre de 2012, elementos de la Policía Federal detuvieron en Querétaro a Elmy Noé Hermosillo Trujillo, “El Potrillo, quien se encargaba de coordinar las acciones delictivas de “La Línea”, principal brazo armado del cártel de Juárez, entonces representado por Vicente Carrillo Leyva, “El Viceroy”. El personaje capturado era el encargado de las finanzas del grupo delictivo.
Ese mismo año, la Secretaría de Seguridad Ciudadana detuvo a ocho integrantes del cártel de Los Caballeros Templarios, luego de secuestrar a un empresario.
Los implicados fueron detenidos sobre la carretera Omealco-Aculco y durante el operativo se les aseguró un arsenal, vehículos con reporte de robo y equipo de comunicación. Con estos golpes quedaba en evidencia que la entidad era ya un centro de operaciones y refugio del crimen organizado y que las autoridades, lejos de combatir a los cárteles, se mostraban complacientes, pues nadie los molestaba.
Meses después, tres personas que confesaron ser parte del mismo grupo criminal fueron detenidas en el municipio de Corregidora, mientras pretendían colgar una narcomanta dirigida a Los Zetas, a quienes habían desplazado desde años atrás.
El entonces procurador del estado, Arsenio Durán Becerra confirmó la captura y señaló que los tres detenidos –dos originarios de Michoacán y el otro de Guanajuato –se desempeñaban como elementos de la Policía Ministerial.
LA GUERRA ENTRE CÁRTELES
Los episodios de violencia que sacuden a Michoacán y Guanajuato han impactado fuerte en Querétaro. La guerra que libran los cárteles Santa Rosa de Lima y el Cártel de Jalisco Nueva Generación también ha ocasionado enfrentamientos violentos en el estado que gobierna “Pancho Domínguez”, quien el año pasado fue involucrado en el caso de corrupción y presunto lavado de dinero de la caja popular “la Libertad”, cuya antigüedad data de al menos cincuenta años.
De acuerdo con la acusación de la Fiscalía General de la República, en esa caja popular se manejan recursos multimillonarios cuyos dueños reales son los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Enrique Peña Nieto y se afirma que también tiene inversiones, presuntamente sospechosas, el exgobernador de Querétaro Francisco Domínguez. Todos ellos, de acuerdo con la investigación, eran representados por el abogado Juan Collado, actualmente preso en la ciudad de México por lavado de dinero.
De acuerdo con informes de la Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana la presencia de los cárteles de Santa Rosa de Lima y Jalisco Nueva Generación es evidente en municipios como Amealco, Huimilpan y en la propia capital del estado. De esta forma, se afirma, la guerra de cárteles llegó a Querétaro, aunque las autoridades estatales no lo reconozcan.
Por otra parte, el cártel de Jalisco, que encabeza Nemesio Oseguera –hábiles en el cobro de piso, secuestros, levantones, regenteo de giros negros y secuestros están presentes en los municipios de Corregidora, Pedro Escobedo, El Marqués, San Juan del Río y la ciudad de Querétaro.
Esta fuerte presencia del cártel de Jalisco ha desplazado a las células de Los Caballeros Templarios, que aún operan en Amealco y Humilpan. Debido a este fuerte presencia criminal en Querétaro se han multiplicado las amenazas a través de las llamadas narcomantas, como la que fue colgada por un grupo ligado al Cártel de Jalisco y cuyo mensaje dice:
“Esto es para ti, Cotorra y todo aquel que lo apoye a él y al Marro, sal a pelear, joto, a donde corras a esconderte vamos a ir por ti hasta los Apaseos o donde sea, maricón. Atentamente: Grupo Pantera, CJNG”.
Así, la región del Bajío y Querétaro se convirtieron en la en territorios de nadie. La única ley que impera es la del crimen organizado, pues con absoluta impunidad los cárteles operan todos sus negocios.
¿Y las autoridades? –se le pregunta a una fuente que pidió el anonimato.
–Están coludidas. Por eso no actúan, son parte del negocio y ahí seguirán.