Zacatecas: El narcogobierno de David Monreal
Ricardo Ravelo
En Zacatecas la guerra entre bandas del crimen ya rebasaron a todos los niveles de gobierno y se muestra imparable pese a la presencia de las Fuerzas Armadas; el estado está bajo disputa de seis grupos criminales –Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Viagras, Caballeros Templarios, Tijuana y Zetas Nueva Escuela, éste último es una escisión de los antiguos Zetas que dominaron Tamaulipas durante veinticinco años. La guerra sigue derramando sangre en Zacatecas debido a la presunta corrupción institucional que ya implican al propio mandatario estatal en la red de complicidades criminales.
En Zacatecas todo huele a muerte, a corrupción y a impunidad.
Seis cárteles se disputan el control del estado, y no existe autoridad que frene la despiadada violencia en la que está sumida la entidad.
Ningún recurso ha funcionado para recuperar la tranquilidad: apenas la semana pasada fueron asesinados 18 personas, como consecuencia de la cruenta guerra que enfrentan en ese territorio los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, agrupaciones criminales que se disputan a sangre y fuego el control de las principales rutas de la droga.
Impotente, el gobierno del estado que encabeza David Monreal Ávila se ha mostrado impotente, rebasado por las circunstancias, pues el territorio no ha podido ser pacificado ni siquiera por la multiplicada presencia de elementos de la Guardia Nacional y de la Secretaría de la Defensa, quienes arribaron a ese estado ante el elevado clima de violencia.
Pese a los patrullajes de los militares, la tranquilidad no ha podido establecerse en ese estado clave por su ubicación geográfica para el trasiego de enervantes hacia Estados Unidos.
Es precisamente Zacatecas la joya de la corona que se disputan varios cárteles, entre otros, el del Golfo, Noreste y lo que queda de Los Zetas; sin embargo, los enfrentamientos más agresivos que han detonado violencia de alto impacto la están generando los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, que pretenden apoderarse del control del estado: sus recursos naturales, la industria del secuestro, las extorsiones y más de veinte actividades delictivas que han puesto en marcha en el estado desde hace varios años.
La guerra
En Zacatecas, desde el pasado 12 de septiembre, cuando asumió la gubernatura estatal David Monreal Ávila, esa entidad no ha respirado tranquilidad: se han registrado más de 1,400 asesinatos, mientras que en lo que va del año se registran 57 personas colgadas, 34 de ellas fueron halladas en el municipio de Fresnillo, considerado uno de los más violentos.
Rica en minería y producción agropecuaria, Zacatecas cuenta con 58 municipios, la mayoría son rurales. Sin importar su condición social, cientos de familias han sido desplazadas debido a la violencia criminal.
En la comunidad de San José de Lourdes, por ejemplo, se ha vuelto común que los cárteles cuelguen a sus víctimas de árboles o los atan a los barandales de elevados puentes. Cerca del río Aguanaval y en la comunidad de Montemariana se han descubierto cadáveres torturados que penden de los árboles. Así exhibe el crimen organizado su saña.
Otros hombres asesinados que fueron colgados de los árboles aparecieron en la carretera estatal que une a los poblados de San Ignacio y San Gabriel.
Extrema y sin tregua, la violencia en Zacatecas está imparable y ya provocó la primera renuncia en el gabinete estatal. El gobernador David Monreal relevó de su cargo al secretario de Seguridad Pública, Arturo López Bazán. En su lugar fue nombrado el general en retiro Adolfo Marín.
La causa del cese fue la aparición, el pasado 18 de noviembre, de diez cadáveres colgados. Estaban en un puente vehicular en el municipio de Cuauhtémoc. Presentaban huellas de tortura y estaban semidesnudos.
En Fresnillo –uno de los municipios más violentos de Zacatecas, se contabilizan 34 cuerpos colgados de un total de 57 que se han registrado en toda la entidad.
De junio a la fecha, en este municipio el principal modus operandis de un grupo criminal que se disputa el territorio es dejar los cuerpos colgados con mensajes a sus adversarios.
El primer hallazgo de cadáveres colgados se presentó en la capital del estado –Zacatecas –en el mes de junio de este año. Correspondía a dos policías estatales que fueron privados ilegalmente se su libertad en el municipio de Villa de Ramos, en San Luis Potosí, ubicado en los límites con Zacatecas.
Un mes después, en julio, hubo dos eventos delictivos en Valparaíso: el primero se trató del hallazgo de un cuerpo que fue colgado de un puente vial; y el 25 de ese mismo mes cuatro hombres más estaban suspendidos debajo de un tejabán en la carretera federal 44 que conecta a Fresnillo con Valparaíso.
Y en agosto se reportó el caso de seis cuerpos colgados del puente El Orito, en la capital de Zacatecas; todas eran personas del sexo masculino y estaban semidesnudos.
El 18 de noviembre último, la oleada de violencia siguió imparable y alcanzó niveles máximos con el hallazgo de diez cuerpos colgados en el municipio de Ciudad Cuauhtémoc.
Personal de la Fiscalía General del estado acudió a los sitios para realizar el levantamiento de cadáveres y la Secretaría de Seguridad Pública recuperó los cuerpos y los trasladó al Servicio Médico Forense.
De acuerdo con informes oficiales, las víctimas eran del sexo masculino y sus edades oscilaban entre los 15 y 77 años; eran originarios de Fresnillo. Siete de ellos fueron identificados y posteriormente entregados a sus familiares. Uno de los asesinados sigue sin ser identificado.
La ley del crimen
Zacatecas cuenta con 75 mil kilómetros cuadrados de territorio y en esa superficie hay 58 municipios, la mayoría rurales; el estado tiene una intensa actividad agropecuaria y minera. También el turismo es una actividad importante.
Debido a su privilegiada posición geográfica, cinco cárteles se disputan a sangre y fuego el control del estado. Se trata del cártel del Noreste y Los Talibanes. Ambos surgieron de la escisión de los antiguos Zetas, uno de los más violentos; en la guerra que enfrenta Zacatecas también participa el cártel del Golfo, Jalisco Nueva Generación y Sinaloa MZ. Este último es una ala encabezada, según las autoridades, por Ismael “El Mayo” Zambada, a quien las autoridades estadunidenses identifican como el verdadero jefe del cártel que lideró Joaquín “El Chapo” Guzmán.
De acuerdo con informes oficiales, en Zacatecas operan dos alianzas criminales conformadas por los cárteles del Golfo y Jalisco Nueva Generación. Los Talibanes, por su parte, hicieron lo propio con Sinaloa, el cártel más que poderoso.
Sinaloa MZ, según los mismos informes consultados, ya controla los municipios del norte y noroeste de Zacatecas. Se trata de las regiones que colindan con los estados de Durango, Coahuila y Nuevo León. También tiene fuerte presencia hacia el sur, ahí cerca de Aguascalientes.
En el sureste del estado, en la región de Los Cañones de Jalpa y Tlaltenango, el predominio hasta ahora es del CJNG y su aliados el del Golfo. Controlan los municipios colindantes con Jalisco y Nayarit, feudos de Nemesio Oseguera, “El Mencho”, jefe del cártel de Jalisco.
Hasta ahora la principal zona de guerra es la zona serrana de Zacatecas, en el occidente del estado, región que se convirtió en una suerte de “patio trasero” de los estados de Jalisco, Nayarit y Durango.
Debido a la intensa narcodinámica, en Zacatecas se ha vuelto frecuente el movimiento de caravanas de entre veinte y cien hombres armados tanto del CJNG como del cártel del Golfo en busca de sus rivales o bien asegurando territorios ya conquistados.
Los enfrentamientos son cada vez más frecuentes, imposibles de controlar para las autoridades estatales, que están rebasadas por el flagelo de la violencia criminal.
Elementos del Ejército y de la Guardia Nacional patrullan el estado, pero no se enfrentan a los criminales que viajan en convoyes por distintas regiones.
La violencia del crimen ha impactado en municipios y hasta en rancherías. En los municipios de Valparaíso, Monte Escobedo, Jerez, Tepetango, Chalchuihuites y Jiménez de Teúl, decenas de familias han sido desplazadas forzadas por el miedo a morir en los tiroteos. Por ello, abandonan negocios, casas, parcelas y ranchos. “Aquí ya no se puede vivir”, señalan.
Las principales zonas urbanas también enfrentan el terror. Fresnillo, Guadalupe y Calvo, así como Zacatecas son azotadas por tiroteos y ejecuciones cotidianas; con frecuencia aparecen personas apuñaladas, colgadas de puentes, árboles o cruces. Estado sin ley, en Zacatecas impera el cobro de piso y los secuestros se han convertido en toda una industria criminal.
Territorio de muerte
La corrupción estatal y la impunidad son los principales problemas de Zacatecas. Esto explica por qué en los últimos meses se han registrado más de 700 crímenes. Ninguna investigación aclara qué pasó con los muertos. El gobierno estatal está totalmente rebasado.
La guerra la protagonizan los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG), que se enfrascaron en una fuerte disputa por el territorio, las rutas de la droga y el mercado de consumo después de las elecciones del 6 de junio, cuando ganó el morenista David Monreal Ávila, quien como gobernador enfrenta la peor crisis de su historia política.
En Zacatecas, concretamente la región de Valparaíso, se convirtió en un campo de batalla de los cárteles del narcotráfico, concretamente de Sinaloa y Cártel de Jalisco, dos acérrimos rivales que ahora luchan a sangre y fuego por el control del estado, estratégico en el tráfico de enervantes y precursores químicos para la elaboración de drogas sintéticas.
La violencia que azota al estado no es nueva: La vorágine comenzó a ser preocupante en 2020 cuando el estado registró mil 200 asesinatos, según cifras de la Fiscalía General de Justicia. En los primeros días de enero de este año el repunte de la violencia fue notorio, pues se contabilizaban 90 ejecuciones y se previó que el 2021 sería un año extremadamente violento.
La inseguridad pública, recrudecida con la violencia extrema, colocaron a la entidad entre las cinco con mayor número de asesinatos por cada cien mil habitantes. El territorio no es muy grande: el estado tiene un millón 600 mil habitantes, algo que fácilmente suman las alcaldías de Gustavo A. Madero y Benito Juárez –en la Ciudad de México – juntas.
En Zacatecas han fracasado los proyectos para reforzar la seguridad y pacificar el territorio: Hace una década, a finales del gobierno de Felipe Calderón –el presidente de la guerra fallida contra el crimen –y durante el mandato del entonces gobernador Miguel Alonso Reyes, se realizó una multimillonaria inversión para construir en el estado tres bases militares, las cuales se localizarían en los municipios de Fresnillo, Jalpa y Juchipila.
Pero el proyecto no funcionó, igual que la militarización de la seguridad. Las guerras entre los criminales ha continuado pese al despliegue de más de tres mil efectivos de la Guardia Nacional. Todo ha resultado un rotundo fiasco, de acuerdo con la opinión de varias fuentes consultadas.
La ola de ejecuciones, secuestros y desaparición de personas se recrudeció en la entidad desde que era gobernada por el priista Alejandro Tello Cristerna, quien dejó el cargo en septiembre último.
La crisis tronó el 31 de diciembre de 2019 cuando, en el penal de Cieneguillas, durante una riña en la que se usaron armas de fuego, presos ligados al cártel de Sinaloa asesinaron a 18 integrantes del cártel del Golfo recluidos en esa prisión. Otros veinte presos resultaron heridos de gravedad.
Paralelamente, células del cártel de Sinaloa, aliados todos ellos de Ismael “El Mayo” Zambada, según reconocieron en múltiples mensajes, irrumpieron en Zacatecas por el noroeste. Todos los sicarios provenían del estado de Durango. Y así comenzaron los enfrentamientos con el cártel de Jalisco. La violencia incendió los municipios de Fresnillo, Calera, Guadalupe y Jerez.
La disputa no tiene otra explicación más que el control territorial. Y es que, de acuerdo con informes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), por Zacatecas cruzan tres grandes rutas del tráfico de drogas y de precursores químicos. También son claves para el tráfico de armas, el movimiento de indocumentados y la trata de personas.
Su posición geográfica, además, es causa de embates entre cárteles, pues al centro se ubica cerca de El Bajío y la Ciudad de México; hacia el Pacífico se conecta con los puertos de Lázaro Cárdenas (Michoacán) y Manzanillo, dos zonas portuarias preferidas por la delincuencia organizada. También tiene conexión con el estado de Jalisco y, hacia el Golfo de México, se conecta con los estados de Nuevo León y Tamaulipas, así como con la frontera con el estado de Texas, en Estados Unidos.
Otros negocios que se disputan los cárteles son el mercado de las drogas sintéticas para lo que resulta clave el trasiego de fentanilo, una de las sustancias con mayor demanda en Estados Unidos pese a que ha causado la muerte de unas 90 mil personas en los últimos años. En Zacatecas también se explotan negocios ilegales como las extorsiones y los secuestros, ambos convertidos en una gran industria dentro del ámbito del hampa.
Frente al flagelo criminal, el gobierno estatal es impotente: treinta de los cincuenta y ocho municipios tienen corporaciones policiacas que sólo cuentan con dos y a lo mucho con diez elementos. Esto los convierte en estructuras inoperantes, proclives a la corrupción e incapaces de enfrentar al crimen, pues están mal capacitados, carecen de armamento y, por si fuera poco, la mayoría de los agentes han reprobado los exámenes de control de confianza.
En materia de seguridad los proyectos han fracasado. Hace un lustro, por ejemplo, se planeó contar con 2 mil 500 integrantes de la Policía Estatal Preventiva, el principal grupo de reacción en Zacatecas; sin embargo, la corporación no superó los mil 200 agentes por falta de reclutas. A esto se sumaron las renuncias de varios uniformados y bajas por asesinatos y/o desapariciones forzadas.
A demás de no contar con suficientes policías, el estado enfrenta un grave problema de coordinación con las Fuerzas Federales debido a que los integrantes de la Guardia Nacional –hay más de 3 mil en el estado – han evadido hacer frente a los cárteles del narcotráfico.
Autoridades rebasadas
Recientemente la violencia se ha recrudecido en Zacatecas. En San Juan Capistrana las autoridades recogieron 18 cadáveres a mediados de junio. Estas muertes ocurrieron cuando unos 200 hombres armados y otro tanto de presuntos criminales se enfrentaron a balazos. La balacera, según aseguraron testigos de los hechos, duró varias horas. Se esperaba lo peor.
Las autoridades tardaron un día en llegar al lugar a recoger los cuerpos a San Juan Capistrana, una pequeña comunidad del municipio de Valparaíso. Los enfrentamientos del 24 de junio encendieron los reflectores y dieron cuenta de la grave crisis que enfrenta el estado frente al crimen.
Y es que tras el triunfo electoral de David Monreal, quien fue candidato de MORENA al gobierno de Zacatecas, los grupos delincuenciales que se disputan el territorio están desatados. Buscan a como de lugar controlar el estado y las rutas de la droga.
En los días aciagos de la violencia el cártel de Jalisco exhibió una narcomanta con un mensaje elocuente: “Esto les va a pasar a todo el gobierno de San Luis Potosí por volteados y (por) andar apoyando a los sinaloas”. ATTE: Grupo Guerrero CJNG”.
Según expusieron las autoridades, el mensaje fue colocado en el estado de Zacatecas, cerca de un puente, en la capital del estado. A escasos metros habían sido colgados dos elementos de la policía de San Luis Potosí –Benito Salazar Coronado y Felipe de Jesús Martínez –, quienes desaparecieron días antes. La patrulla que ellos manejaban fue hallada en el municipio de Santo Domingo, cerca de Zacatecas. Se asegura que David Monreal presuntamente pactó con el crimen para ser gobernador y esa es la razón del recrudecimiento de la violencia en el estado.